La editorial de hoy es una muy especial para mí como para
muchos, son las 00:30 del 13 de abril de 2012 exactamente en el momento que
empiezo a escribir, se cumplen 5 meses de la desaparición física del piloto
argentino de TC Guido Falaschi. Decidí por fin dedicarle algunas palabras, así
lo sentí, creo que en el momento me abrumo y nunca encontraba las palabras
adecuadas para decirlo. Pero me pregunto ¿pueden existir las palabras adecuadas
para explicar la muerte de un chico de 22 años?, si hacia lo que amaba, si
sabia del riesgo, pero hubo demasiadas negligencias, demasiadas. Yo crecí
amando en automovilismo, especialmente dos categorías capturaron mi atención desde
muy pequeño, la Fórmula 1 en tiempos de Ayrton Senna, y el TC. Con ambas categorías
fui amando el automovilismo, entendí la pasión de los argentinos por los
fierros y la comparto, porque es parte de mí también. Reconocía en Guido un
talento especial, veía un múltiple campeón, no descubrí América ni mucho menos,
cualquiera que entendiera un poquito de automovilismo sabía el talento que tenia
Guido, no se necesita ser un experto.
Es demasiado difícil expresar con palabras lo que se siente,
es difícil, volver a mirar una carrera y no ver a Guido, mirar un programa de
automovilismo y que no lo estén entrevistando, es raro, creer que algo va a
pasar, que él va a aparecer pero ya no, no es un sueño, no es una ilusión, es
algo tan real como doloroso.
Todavía me acuerdo, lo tengo bien fresquito, la noticia ya
se había confirmado y yo no sabía nada, ese domingo me había aislado de los
medios, cuando entre a Facebook y vi algo q me resulto sospechoso, le pregunte
a un amigo que había pasado, el me confirmo lo peor, después no me despegue de
las redes sociales, quería entender que había pasado, algo no me cerraba no podía
comprender que estaba pasando, ¿Por qué? Todavía me lo pregunto, todavía digo
lo mismo, siempre marcaba como un logro tenerlo como “amigo” en Facebook era un
orgullo para mí, recuerdo haberlo felicitado cuando gano alguna carrera. Con
esa cara de buen tipo a quien no le caía bien, el Gordo como le decían sus
amigos sus mas íntimos, siempre fue desde que apareció en las formulas, cuando
lo conocí uno de esos que valía la pena
seguir en la pista porque algo iba a hacer, tenía el coraje y el talento de los
grandes. Pero abajo del auto era también uno de los más carismáticos de todos.
Mis palabras quizás no son las mejores, no son las más
adecuadas, no son las más poéticas, pero son sinceras, son las que me salen,
porque acá no estamos hablando nada más de un piloto, estamos hablando de un
chico, un hijo, un amigo, alguien que tenía una vida por delante, y que ahora
no está, como dije no hablo del piloto, hablo del chico que no cenará más con
sus padres, que no saldrá con sus amigos. No hablo de más porque de pérdidas de
esas se y bastante. Se lo que sufre una madre, un padre, un amigo, un conocido.
Y por ellos todos aquellos, que alguna vez disfrutamos de las maniobras de
Guido en la pista, tenemos que seguir luchando para que se haga justicia,
¡BASTA DE HIOPOCRESÍA!, ¡BASTA DE MENTIRAS!, acá si fallo y no algo, sino mucho
y los culpables.
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